ARTÍCULO / relato: Felipe VI muta en Manolo el del Bombo.

Para mí el jurgol es el mejor medidor sociopolítico. Y, cómo no, un evento como la «Eurocopa» copa, valga la redundancia/repugnancia, gran parte de la actividad sociopolítica de este país aborregado, otrora cuna mundial civilizadora. Al frente de todos los memos de Espena, cómo no: el Jefe de Estado, Flipe VI, Felpudo VI o… Felipe el del Bombo.

Ayer Espena acortó 1 partido más para ganar su cuarta Eurotrola. Cómo no, el deporte de élite, esa gilipollez supina que maneja más millones que el Banco de Espena. Ese sempiterno opio del pópulus. Ese fenomenal explicador de la sociopolítica espenola.

En la foto de cabecera vemos al mayor traidor de la historia de este ¿país? en una costa espenola, recibiendo a un inmigrante invasor recién desembarcado por una ONG globalista. Los satánicos paniaguados de Cruz Roja (¡cómo no, rojos tenían que ser! Ni bandera suiza de colores invertidos ni mi polla con cebolla ni la polla de Begoña: comunistas hasta el tuétano de su endoesqueleto) le darán una camiseta, un bocata y una botella de agua a este desarrapado de tez negra y peinado extravagante. O, tal vez, comerá mejor unos buenos bogavantes, pues está forrado el negro. Es jurgolerdo profesional, imaginad. Vosotros, plebeyos, a galeras a remar.

Sobran mis palabras para describir la impotencia que sentimos los españoles de Espena viendo a nuestro amado líder supremo haciendo el gilipollas en un vestuario lleno de maromos indoctos multimillonarios por darle patadas a un cuero hinchado, vestidos con ridículos pijamas publicitarios de verano. Un país desvencijado, destrozado por sus políticos – a cuya cabeza está el puto bribón / borbón este – y entregado, por entero, al Nuevo – y satánico – Orden Mundial. Aquí veis a este psicópata oligofrénico luciendo el pin de sus amos, los de la Agenda 2030:

Pues eso, pan con queso. Voy a contaros mi historia con Manolo el del Bombo. Historia totalmente prescindible que no os aportará nada y el que nada no se ahoga y pues nada, como le dijo el mar a uno que se ahogaba; la voy a contar porque a este BLOG siempre vengo a hablar de mi libro…

Final de la Copa del padre de este indocto. Mestalla (Valencia). 1998. Barcelona – Mallorca.

Primer y único día que estuve con el famoso «Manolo el del bombo». Tenía (tiene, pero ya está jubileta y lo lleva su sobrina) un bar pegado al estadio del Valencia, donde se disputó la final de ese año. Yo fui gracias a que me tocó el sorteo de entradas en la peña culé donde yo estaba apuntado por entonces: «Fuenlabarça» (nombre muy «original» pues la peña era de Fuenlabrada y de ahí el «sutil» juego de palabras…).

Yo con 23 años recién restados y con más cojones que el famoso caballo de Espartero. El cerebro, eso sí, solía dejarlo en casa cuando iba al jurgol, por si acaso se llevaba una fuerte impresión que le dejara secuelas de por vida. Toda precaución es poca en estos lares.

Años antes había militado en los Boixos Nois, pero sin unirme a ellos en plan militante. Siempre he ido por libre en todo y así será hasta mi último suspiro en esta Dimensión. Pero al ser y vivir en Madrid, a un pendenciero como yo le venía de la hostia eso de ser culé y, encima, de los Boixos. ¡Cuántas aventuras disparatadas con inopinado final feliz no habré vivido gracias a ello!

Y «le salvé la vida» a Manolo el del bombo donde casi matan a un seguidor del Mallorca

No tenía ni puta idea de que el chalado este del bombo tenía un bar, y menos pegado al estadio. Me di cuenta al ver un enorme revuelo conato de altercado violento en los aledaños de dicho bar. Por aquel entonces yo tenía un imán con las broncas que me llevaba, inexorablemente, a ellas. Me abrí paso entre cientos de desquiciados que querían quemar el bar, matar a no sé quien y tal… Entré y me aproximé a la barra que veis en esta foto:

Ante mi sorpresa jocosa se mostró este notas, con esa misma pinta (más o menos, la camiseta no era esa, porque todavía no habíamos ganado el Mundial de 2010, llevaba otra también de España). Estaba detrás de la barra y con una cara de susto indescriptible. Sobre el embaldosado, decenas y decenas de separratas de 2 patas amenazando e insultando a Manolo. «¡Coño, si es Manoloo el del bombo!» recuerdo nítidamente que exclamé a gritos sorprendidos. Y para sorpresa la que se llevaron los separratas y el propio Manolo.

Aparté a los que pude y me senté sobre la barra, ante un atosigado Manolo. Su cara denotó más preocupación todavía al verme a mí: rapado – ya era calvo por entonces – camiseta del FCB (sin publicidad ni marca, obvio en mí), bandera de los Boixos a la cintura y zapatos Dr. Martens punta de acero. Pero, al segundo, le alivié pues le tendí la mano (de la misma manera de la foto de cabecera) al grito de: «¡Manolo, Manolooooooo, coooñooooo, qué me mireeeeees!» Me tendió la suya y nos las apretamos: «¡Manolo, no estás solo! ¡VIVA ESPAÑA, HOSTIAS!» Luego solté un par de algaradas amenazantes al populacho separrata y, gracias a que otros más pusieron un poco de seso al asunto, no lincharon a Manolo y se fueron a hacer el gilipollas a otra parte.

Antes de esto estuve rodeado de caballos de maderos nacionales que me soltaban porrazos por doquier. Acojona estar entre esos caballos… ¡eran enormes! y las porras parecían lanzas de Quijote. Zumbaban a mi lado y yo esquivé todas y cada una de ellas, ante la frustración de los jinetes descerebrados (no sé por qué van con casco si no tienen nada que proteger. Supongo que lo llevarán para no despeinarse). Casi me aporrean por unirme, como he dicho que hacía siempre, a un posible altercado. Una marabunta de separratas de 2 patas estaban gritando: «¡España, España, España!», todos en corro y señalando algo. Me acerqué y vi que señalaban unos ñordos de solípedo – por el tamaño no podían ser de sus maderos jinetes, creo –, vamos, que estaban diciendo que España era una puta mierda.

Y como son más cobardes que psicóptas e iletrados, se dispersaron cual ninjas con la llegada de los que antes habían jiñado ahí. Yo, por supuesto, como lo que más odio en esta Dimensión es a las Fuerzas del Orden del jodido Estado, me quedé blandiendo una bufanda del FCB que tengo justamente a medio metro del teclado. Así, amenazante ante los jinetes y sus imponentes équidos, empezaron los porrazos. Todavía me rio, os lo juro, recordando lo que mi hipermnesia recuerda que gritaba yo: «¡Dadme una porra que les quiero pegar yo!». Pero o no me oyeron o no me hicieron caso.

Al entran por el centro de Valencia, en el autocar, vi a unos cuantos «Casuals» del Barça pululando por la street. Eran un grupo criminal muy peligroso, pero mucho, mucho, mucho es poco decir. Iban vestidos de paisano, para pasar desapercibido al cometer fechorías. Les conocía de vista, que no de ningún tipo de amistad ni colegueo alguno (lo del cerebro era una verdad a medias, sí que me llevaba una muestra de él al jurgol). A los 2 tíos de mi edad con los que me junté en el viaje les dije que se fijaran bien en ellos y que estuvieran siempre lejos de ellos.

Había coincidido con estos radicales varias veces, tanto en Barcelona como en estadios de Madrid. Uno de ellos me hace mucha gracia, todavía hoy. Estaba yo en el por entonces bar de los Boixos, el «Virginia» (en la calle Riera Blanca, jeje, toma karma…) en la previa del FCB – Oporto, de Copa de Europa, en el año 94. El viaje lo organicé yo, junto al mítico líder de los Boixos Centre, Javier Marugán «Marru» que DEP. Era un miércoles 27 de abril (joder, yo tenía 19 años recién restados). No nos conocíamos en persona, sólo por tlf. fijo, qué tiempos más buenos, joder. Marru me decía que era imposible llenar un autocar para ir al partido, un miércoles. Mi entusiasmo y persuasión le convencieron y logramos, a golpe de llamadas, llenar el autocar. 5 mil calas, ida y vuelta y entrada incluida. Un chocho.

El punto de encuentro era el bar de marras. Cuando nos dio las entradas, un par de estos casuals se las quitaron a dos pimpollos culés que iban en mi autocar. Eran peñistas pacíficos, no ultras. Pero le echaron unos cojones que todavía hoy aplaudo. Les quitaron las entradas, al tenerlas en la mano como si fueran abanicos, hay que ser gilipollas. Eso se guarda en el bolsillo delantero del vaquero, casi antes de que te las den. El caso es que los 2 Casuals se descojonaban blandiendo las entradas. Uno de ellos, que es el de la anécdota que he anunciado, gritaba: «¡Fútbol gratis para mis amigos! ¡Soy el más chulo de toda Hospitalet!». Y los 2 peñistas inofensivos pidiéndoles, por favor y todo, que les devolvieran sus 2 entradas. Imaginad si se las iban a dar… pero los chungos pecaron de lo mismo que los inocuos: no se guardaron las entradas y las usaron como abanicos. Uno de los peñistas (de ahí lo de los cojones que he dicho) estalló un tercio de birra a los pies de los 2 chungos, que con el susto descuidaron la guardia, y recuperó las entradas. Hubo un conato de pelea entre los 4. Los chungos lanzaban patadas de kárate, lo juro, jajajaja. Obviamente, los otros 2 se fueron por pies y no les volví a ver hasta el viaje de vuelta, que era esa misma noche.

Tras la ingesta de muchas birras tuve que ir al servicio a perder dinero. Era la primera vez que estaba en ese garito. Justo al entrar me fijé que el cable del tlf. fijo de la pared estaba dentro del servicio. Abrí la puerta con la mosca detrás de la oreja y allí estaba el más chulo de Hospitalet afilando un enorme destornillador con el teléfono trincado entre su jeta y su hombro. Soltó la piedra de afilar y con la voz más gutural, rota y tétrica que he oído en mi vida me gritó un enorme: «¡FUEEEEEERAAAAAAAAA!» mientras me golpeó en el pechó, a fin de reforzar su amable petición. «¡Sí Señor!» le dije entre risas. Claro, él era el más chulo de Hospitalet, pero yo lo era de Leganés… Y me fui a mear a un jardín.

Luego siguieron las hostias en los aledaños del bar, hasta el inicio del partido. Y como habíamos llegado por la mañana y eso empezaba a las 21h. o así… imaginad si hubo tiempo a hostias y altercados. Lo más reseñable es que le abrieron la cabeza a un negro, por el mero hecho de serlo y pasar por ese lugar el día equivocado. Yo traté de advertirle de que se fuera por donde había venido. No me entendió y le abrieron la cabeza de un botellazo, previo collejón más fuerte que he visto/oído en mi vida. No sé cómo no se le separó la cabeza de los hombre de tamaño collejón, y lo digo en serio. Lo más «gracioso» es que el negro cogió el cuello del tercio reventado en su melón y lo blandió para defenderse de los skins que le habían agredido. Y mejor todavía es que todo aconteció con los maderos antidisturbios delante, que hacía más de una hora habían formado un cordón policial frente al garito. Y lo insuperable es que el negrata ensangrentado (pobre chaval, iba con libros, sin meterse con nadie) se percató de los maderos y les pidió auxilio. Y uno de ellos, pegado a mí que siempre me pego a los saraos como os he dicho antes, le gritaba al chaval: «¡Vete de aquí, negro!».

El caso es que todo esto venía por lo del bar del mentecato Manolo. A las horas de lo que os conté antes de mi ascenso a la barra, ocurrió un hecho que no fue luctuoso de milagro. igual lo fue, con el tiempo, o la pobre víctima se ha quedado para comer sopitas desde entonces. La brutal y gratuita agresión de los Casuals FCB a 2 chavales del Mallorca. Con la colaboración necesaria de los antidisturbios.

En la gran terraza del bar de Manolo y otro(s) aledaños, mucho jurgolerdo soplando. Yo con minis de birra, calimocho y cubata (compartidos con mis 2 conocidos, que no amigos ni colegas, de la peña. De hecho, nos conocimos durante el viaje). Hablando de «minis» recuerdo una vez, yendo con mi viejo en unas fiestas de Leganés, que leyó un cartel de precios de consumiciones donde «el mini» de cerveza era más caro que «el tubo» o la caña. Mi viejo me soltó que no entendía cómo era más caro algo mini que lo otro. Tuve que explicarle que el mini era 1 litro. ¿Por qué lo llamaban «mini»? pues ni puta idea. Eso se bebía sin preguntar la etimología.

Los 2 del Mallorca iban con sendos minis y tenían pinta casi de guarros. Eran como heavys. Yo también lo era, pero al ser rapado/calvo se disimulaba, parece ser… Mi instinto guerrero enseguida se percató de que los maderos habían desaparecido totalmente del entorno. En su lugar empezaron a aparecer Casuals. Algunos conocidos de vista míos y otros reconocibles al 100% por su cara de maldad absoluta. Y aquí viene algo mezcla de documental de animales de la 2 y de película ochentera de terror. Ya lo he contado en otro relato/artículo, hace años y a saber cómo se llama.

Muchos de los casuals, si no todos, iban con una chaqueta, sudadera y tal… los que estaban más cerca de mí, se miraron y, en perfecta sincronización con el resto, dejaron ver su camiseta interior, en la cual estaba escrita esta leyenda: «Sólo los más fuertes sobreviven. Casuals FCB». Y se tiraron en manada a por los 2 chavales, destrozando y desolado todo a su paso. No los conté, pero serían más de 20. Antes de lo de las camisetas me percaté de la jugada e intenté avisar – desde la distancia no me iba yo a sacrificar por dos casi guarros desconocidos – a los del Mallorca para que se fueran a tomar por el culo de allí y buscaran refugio maderil.

Sillas y mesas volando, literalmente, y gente pacífica huyendo. Yo no, obvio. Ni los 2 del Mallorca que fueron cercados por la manada Casual. Tras un saco de hostias que les dieron, a uno de estos psicópatas se le fue aún más le perola y, cogiendo una mesa, empezó a destrozar la cabeza d euno de los del Mallorca que ya yacía inconsciente en el suelo. Hasta que tuvo que dejarlo por la llegada de un camión de la basura: una lechera de maderos. Yo creía que lo había matado. La escena del crimen así lo indicaba. Por cierto, por lo menos para mí nunca ha sido agradable contemplar como matan – o lo intentan que es lo mismo – a alguien, y ya tengo varias experiencias.

Las hienas huyeron y los maderos se desplegaron, porras y escudos en mano para disolver lo que ya no había que disolver, sino atender, y médicamente de urgencias muy urgentes. Les empecé a grita que todo había sido por su culpa, que «¡Dónde estabais antes, cabrones! ¡si estamos pegados al estadio y no estáis, dónde coño estabais!». Alguno quiso emular a sus colegas jinetes pero supe esquivar, como siempre, sus porrazos. Y ni vertí una gota del mini. Eso es talento.

Apostilla

Fijaos en la foto final de este artículo /relato. Es de esta Eurotrola. ¿A qué en el siguiente Mundanal o Eurotrola estaremos igual que en el Báltico? Apostad todo a que sí, porque ya lo estamos pero, todavía, los jugadores no cogen megáfonos ni los seguidores de una región de Espena se enfrentan abiertamente a los de otra ya independiente, ya «balcanizada».

Propina eurotrolera:

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