RAFAEL LÓPEZ: Carta a don César, 11 de abril del 2024RAFAEL LÓPEZ:

Estela Castillo Ramírez y César Bakken Tristán. En uno de sus 2 viajes de «tirados» a Eivissa y Formentera. Este fue en bici, el otro andando y autostop. Ambos en tienda de campaña. Foto hecha por mí con cámara analógica con cable de autofoto. Año 2005. Joder sí ha llovido, y qué siga lloviendo y que nadie para la lluvia pero que derriben a los aviones de las estelas químicas.

En un lugar de España, a 11 de abril del 2024

Querido don César:

Cojo, después de un semestre, lápiz y papel para escribirle unas letras.

Confío que usted y los suyos se encuentren bien de salud, o lo mejor que se pueda, teniendo en cuenta que, por usted, conozco la gran distancia entre el poder y el querer en esta materia (en general, en casi todas).

De todas maneras la naturaleza humana dispone de una elasticidad cuasi milagrosa, adaptándose a las mermas físicas y emocionales con notable solvencia. Creo que esa flexibilidad es un tormento para los hijos de perra que, con siniestra profusión, tratan de exterminar a la humanidad (o al menos a la parte de ella que, supuestamente, somos el origen de todos los males).

Pero no quiero apartarme de lo esencial con cuitas públicas, sociales o políticas (un auténtico festín en materias primas), para centrarme en lo privado, por algún momento en lo íntimo.

Hay algo en la naturaleza humana que hace que nos preocupemos de cosas mundanas cuanto “todo va bien en casa”, pero que quedan empequeñecidas cuando ese factor no se da. El peor infierno de todos es el doméstico, muy especialmente cuando los vínculos han sido formados durante lustros.

Entrada a la casa actual, de alquiler, que tiene César. Él vive entre meadas de perr@s. Tras medio lustro… no ha podido evitar esto. Y tras muchas peleas y denuncias, encima… por defender su dignidad antes los cerdos.

El desasosiego que generan ésas desavenencias no es comparable a nada. También está el contrapeso que supone la grandeza de superarlas, casi siempre por el amor, que amalgama lo más noble del individuo, y algunas veces por la costumbre (que, en estos casos, lejos de actuar como un factor negativo lo realiza en positivo).

Le informo que he recurrido a un experimento, medir la gravedad de esas desavenencias en centímetos (algún día se lo explicaré en persona, porque no es asunto para dejar constancia por estos lares). Seguramente no es el mejor sistema, pero es que uno no sabe a donde asirse en momentos de tanta tribulación.

Y, en fin, me voy despidiendo sin haber dicho nada, habiéndolo dicho todo (ésas contradicciones que a usted tanto le gustan), con dos temas de primerisimo nivel. Uno, por supuesto, en español, la estupenda Rocio Durcal con su “Costumbres”, del gran compositor mejicano Juan Gabriel y el otro más acorde a sus filias, de las cuales me estoy convirtiendo en devoto, del grupo Ratt con su guitarrista Warren DeMartini. Es un guitarrista quinto mio y lo he elegido en homenaje a los nacidos en los años de gloria ¡Redios! Es el tema “The morning after”

Querido Amigo, hasta no se cuando, pero con la certerza de que lo tengo muy presente en mi día a día y en mis oraciones (sí no a buenas horas estaría escribiendo ésto, jajaja).

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